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lunes, 1 de marzo de 2021

Los Cuatro Valores Agile

El Manifiesto Agile consta de cuatro valores, que a su vez se desglosan en dos partes cada uno, los valores primarios y los valores secundarios.

Los cuatro valores incluidos en el Manifiesto son:

  • Individuos e interacciones sobre procesos y herramientas
  • Software que funciona sobre documentación completa
  • Colaboración con los clientes sobre negociación de contratos
  • Respuesta al cambio sobre seguir un plan


Los valores primarios son la parte izquierda de cada frase, mientras que los valores secundarios son la parte de la derecha de cada una de ellas. Así pues, tenemos que,

Los cuatro valores primarios son:

  • Individuos e Interacciones
  • Software que funciona
  • Colaboración con los clientes
  • Respuesta al cambio

Y los valores secundarios son:

  • Procesos y Herramientas
  • Documentación completa
  • Negociación de contratos
  • Seguir un plan

Todos los valores (tanto primarios como secundarios) contibuyen al éxito del proyecto y en el manifiesto se refuerza la idea de que los valores principales contribuyen más a dicho éxito y que se deben valorar más que los secundarios (sin olvidar la importancia de estos también).

Así pues, el primer valor dice que valoramos los individuos y las interacciones entre estos sobre los procesos y las herramientas. Esto se traduce en que hay que fomentar la comunicación y la colaboración (interacciones) entre miembros de equipos (individuos), por encima de utilizar innumerables procesos y herramientas para forzar que las cosas sucedan de una determinada manera. Esto se traduce en que cuando estamos encorsetados por la necesidad de utilizar determinadas herramientas o seguir ciertos procesos que introducen un overhead (sobrecoste) adicional, sería necesario plantearse cambiar dichos procesos y herramientas para acercarnos a la excelencia en el desempeño de nuestro trabajo. Agile busca que los equipos trabajen juntos, colaboren y se ayuden entre ellos para alcanzar los mejores resultados posibles. Agile también valora las perspectivas individuales y la creatividad como contribuciones relevantes para el éxito del proyecto.

El segundo valor dice que valoramos disponer de un software que funcione sobre una documentación completa. Los equipos deben utilizar su tiempo en obtener resultados que aporten valor (funcionalidad, producto, corrección de errores, etc.) y que solo dediquen el tiempo necesario discutiendo, escribiendo y revisando documentación. La documentación es necesaria (por ejemplo, las guías de usuario, las de instalación, etc. y ya veremos más adelante en otro post, qué tipo de documentación es necesaria en los proyectos Agile), aunque por encima de esa documentación necesitamos que el producto que estamos ofreciendo funcione (software que funcione). Ese software que funciona es la medida real del progreso del proyecto. Los pequeños incrementos van a medir cómo vamos progresando. En Agile se valora la habilidad de empezar un proyecto y en un pequeño ciclo (una iteración, en terminología Agile) podamos disponer, por ejemplo, de un prototipo o de una pequeña porción del producto final que funcione. En otras palabras, es mucho más importante entregar el producto que el cliente está demandando que crear documentación extensiva sobre el proceso que estás utlizando para crear ese producto.

El tercer valor enuncia que valoramos la colaboración con los clientes sobre la negociación de contratos. En los proyectos a largo plazo, cualquier cambio de requisitos puede llegar a suponer un gran impacto y requerir de una negociación del contrato con el cliente o el stakeholder. En cambio, en un entorno Agile el cambio se asume como algo constante. A medida que se van entregando esas porciones de producto (o software) que funciona, se pueden ir planteando nuevos requisitos, ir abandonando algunos que estaban planteados y que ya no tienen sentido, etc. Por este motivo es muy importante una colaboración constante con los clientes para asegurarnos de que todas las partes entienen el impacto de dicho cambio, la necesidad del mismo, el valor que proporciona aceptar ese cambio, etc, en lugar de tener que mantener extensas conversaciones para negociar si se aceptan o no los cambios planteados. En definitiva, en los proyectos Agile, la prioridad más alta está en la satisfacción del cliente mediante la creación de un producto que aporta valor y de alta calidad. A fin de cuentas, si el producto no aporta valor al cliente no tiene sentido consumir tiempo desarrollándolo. Cuando el Manifesto menciona los contratos, hace referencia a los documentos oficiales que requieren un acuerdo formal con el cliente y su firma correspondiente, como por ejemplo los extensos documentos de requisitos o los de peticiones oficiales de cambios en el producto. Agile valora la libertad para poder colaborar con los clientes de forma temprana y a menudo para conseguir que los equipos puedan reaccionar y adaptarse a lo que el cliente necesita en lugar de tener que esperar a que finalice todo el proceso de negociación de los términos de los contratos antes de poder llevar a cabo los cambios o solicitar los recursos que necesiten. Nuevamente, esto no significa que los contratos desaparezcan con la gestión de proyectos Agile, sino que el foco se sitúa en identificar qué es lo que realmente se necesita para poder dejar lugar a un trabajo colaborativo enfocado en el cliente. Los equipos Agile deberían tener la posibilidad de disponer de cualquier oportunidad para incluir al cliente o a los stakeholders durante la ejecución del proyecto. Por ejemplo, pueden presentar prototipos iniciales, hacer preguntas que les ayude a definir realmente las necesidades del cliente, o permitir que el cliente pueda hacer unas pruebas preliminares del producto

Finalmente, en el cuarto valor Agile valoramos la respuesta al cambio sobre mantener un plan. Como ya hemos comentado en el valor anterior, el cambio es inevitable y van a ir apareciendo propuestas de cambio de forma más o menos habitual, por ello es importante tener un entorno dinámico con capacidad para adaptarse y responder al cambio, frente a seguir y encorsetarse en un plan que se definió al principio con información que se ha ido actualizando y modificando a medida que avanza el desarrollo del proyecto. Este cuarto valor es crucial para los proyectos Agile. Agile fue pensado y definido en un mundo muy cambiante en el que les resultaba complicado a las empresas adaptarse a tanta variabilidad. Como resultado, este valor hace énfasis en que cada equipo Agile necesita reconocer que el cambio es inevitable. Cuando más complejo y extendido en el tiempo (largo) es un proyecto, más incertidumbre existe. Para muchos proyectos, finalizar un proyecto que se ha definido al inicio del mismo entregando a tiempo y ajustándose al presupuesto, puede incurrir en el riesgo de no satisfacer las necesidades del cliente o no añadir el valor máximo. Lo más importante es recordar que los proyectos más exitosos son aquellos que consiguen integrar los cambios que se vayan produciendo de forma suave. Los Project Managers crean planes que aportan valor, pero son capaces de adaptarlos en cualquier momento durante la vida del proyecto.

Aunque el Manifiesto Agile habla de software, y por tanto parecería que solo aplica al desarrollo de software, los valores Agile se pueden aplicar a cualquier entorno, tanto de desarrollo de productos y servicios como de creación de empresas, la vida pesonal, etc. Si cambiamos "software" por "entregable" o lo que el proyecto está creando para entregar, la aplicabilidad es lamisma, puesto que cualquier proyecto está creando valor.

Agile nos ofrece estos valores y nos permite encontrar el equilibrio adecuado entre ambos lados de la ecuación y para ello es necesario ajustar el estilo de los proyectos para adaptarse a las necesidades de la industria en la que se aborda el proyecto, la dinámica de los equipos y los objetivos de la organización para encontrar ese equilibrio saludable.

Por ello, os animo a que sigáis leyendo el resto de posts (presentes y futuros) para ver cómo podemos organizarnos en un entorno cambiante y no solo sobrevivir sino alcanzar la excelencia allí donde nos lo planteemos.


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